El congresista Jorge Montoya ha condicionado la renuncia de cinco ministros para dialogar con el premier Guido Belllido. Entre los citados figura el canciller Héctor Béjar, quien fue militante del Ejército de Liberación Nacional en los años sesenta, de la misma manera que el expresidente de Uruguay, José Mujica, lo fue del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros; la expresidenta de Brasil, Dilma Roussef, del Comando de Liberación Nacional; el probablemente próximo presidente de Colombia, Gustavo Petro, del Movimiento de Liberación Nacional M-19, entre otros.

La cancillería es la protagonista del anuncio más importante de la primera semana de gobierno de Pedro Castillo: el giro de su política exterior. Durante su discurso de asunción, Béjar trazó los lineamientos que la regirán. Se pondrá en marcha una diplomacia nacional, autónoma, democrática, social y descentralizada. Es decir, una diplomacia funcional a los requerimientos sociales y económicos de las mayorías.

El Perú vuelve a considerar a la región y a sus organismos de integración como espacios de coordinación política y cooperación en los ámbitos ambiental, cultural, económico salud, entre otros. Así, ha anunciado que fortalecerá la integración latinoamericana “sin distinciones ideológicas”. Se revalorará la Comunidad Andina en sus dimensiones espaciales, económicas, comerciales, sociales, culturales y de integración física.

Asimismo, activará la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), iniciativa brasileña creada en 2008, pero abandonada por siete de sus doce miembros (Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay y Perú) diez años después, por indicaciones del gobierno de Donald Trump, específicamente, de Mauricio Claver Carone, actual presidente del BID. En su lugar se creó, en 2019, el supuestamente desideologizado Foro para el Progreso Social de América del Sur (Prosur), en Santiago, que duplica varias de sus funciones y que no ha tenido ningún brillo.

La Unasur, creada en 2008, fue una iniciativa brasileña que nació con un fuerte perfil político, en el que la seguridad regional jugó un papel clave. En su corta historia tuvo un rol protagónico durante la crisis por los enfrentamientos entre el gobierno central y los gobiernos regionales autónomos en Bolivia, en 2008; en las consultas sobre la instalación de bases militares de EEUU en Colombia, en 2009; y en el intento de destituir al presidente Correa en 2010. Sin embargo, al surgir gobiernos con diferente signo político, la Unasur no pudo albergar ya el proceso de paz en Colombia ni las conversaciones para lograr un acuerdo entre Nicolás Maduro y la oposición que evitara la erosión del Estado de derecho en Venezuela.

El fortalecimiento de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe, (CELAC) como foro de coordinación política, forma parte también de sus anuncios, en línea con la propuesta del presidente de México, durante la reciente reunión de Cancilleres de ese organismo. Entre otros, el presidente Andrés Manuel López Obrador, propuso desactivar la OEA por ser ajena a los intereses de la región

El respeto a las opciones sexuales de la ciudadanía es también parte de las preocupaciones. Por eso se ha anunciado el compromiso de apoyar los principios de Yogyakarta (2007) normativa internacional que busca dar protección a los derechos humanos de las personas lesbianas, gays, bisexuales y transexuales.

Al pedido de tener “un rol constructivo” respecto de Venezuela, Cuba y Nicaragua, formulado por el jefe de la diplomacia de Estados Unidos, Anthony Blinken, al presidente Castillo la Cancillería ha respondido con una condena a “los bloqueos, los embargos y las sanciones unilaterales que solo afectan a los pueblos”.

En el caso de Venezuela, específicamente, apoyará una “renovación democrática” que busque cautelar los derechos humanos y un entendimiento de las diversas tendencias políticas, sin intervenir en su política interna”. Así, Perú se sumaría a Argentina y México, que ya no participan del Grupo de Lima, creado en 2017, por iniciativa del expresidente Trump ante la imposibilidad de conseguir los votos suficientes en el marco de la OEA para sancionar a Venezuela. El gobierno no reconocerá a Carlos Scull, embajador de Juan Guaidó toda vez que, en diciembre de 2020, dejó de ser presidente de la Asamblea Nacional y, por lo tanto, perdió el paraguas bajo el cual se lo reconocía como presidente interino. Desde ese momento, la Unión Europea solo lo reconoció como un líder de la oposición. Pero como Estados Unidos lo siguió reconociendo, Perú también.

Héctor Béjar ha nombrado como presidente de la Comisión Consultiva de Relaciones Exteriores al embajador y excanciller Manuel Rodríguez Cuadros, con una trayectoria diplomática impecable. El congresista Montoya debería ser más cuidadoso en sus demandas y apoyar la recuperación de nuestra soberanía en la política exterior.


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