La proclamación del maestro Pedro Castillo como presidente del país es sin duda el hecho simbólico más significativo del bicentenario de la República. No solo porque por primera vez triunfa en elecciones democráticas un candidato que encarna el voto de los ciudadanos olvidados del Perú profundo sino por haberse impuesto a la artillería desplegada por el poder mediático y económico, así como de notables como el Nobel Mario Vargas Llosa, activista y promotor en el extranjero de la campaña de fraude, que desacredita y daña la imagen de nuestro país.

Este triunfo de la democracia, y de nuestra institucionalidad, tiene enormes desafíos por delante: los embates de la lideresa de Fuerza Popular, Keiko Fujimori y los de sus aliados −que han dejado en claro que Castillo es un presidente ilegítimo−, la crisis económica y la pandemia. De ellos, enfrentar la pandemia mediante la aceleración del ritmo de vacunación es el más importante.

Científicos peruanos advierten sobre la llegada de una tercera ola de la covid-19 debido a que, si bien hay avances en la vacunación, más de 80% de la población mayor de doce años todavía no está inmunizada. A pesar de los avances, Perú tiene todavía la tasa más baja de vacunación en América del Sur, solo precedida por Paraguay. Tenemos, además, la tasa más alta de mortalidad por covid-19 por millón de habitantes del mundo.

El presidente Sagasti ha asegurado 78,7 millones de dosis de vacunas suficientes para inmunizar a la población mayor de 12 años hasta fin de año. El reto ahora es, entonces vacunar masivamente mediante el apoyo de campañas sobre sus beneficios, los Vacunaton y, eventualmente, un acuerdo entre el Estado y el sector privado para definir el aforo en lugares públicos (centros comerciales, cines, teatros, estadios) en función de la presentación de constancias de vacunación, tal como se está haciendo en Francia o en Chile. Asimismo, y quizás lo más importante, combatir las cruzadas de desinformación sobre las vacunas.

No es posible permitir que medios de comunicación como Willax difundan información falsa al hacerse eco de opiniones sin ningún rigor científico como las del doctor Ernesto Bustamante, electo congresista de Fuerza Popular, o como las del excandidato presidencial promovido por ese canal, Rafael López Aliaga. Ambos han señalado, recurrentemente, que las vacunas de Sinopharm no sirven. Esta vacuna está reconocida por la OMS y es parte del mecanismo Covax Facility junto a las de Pfizer, Moderna, AstraZeneca, Johnson & Johnson y la otra china de Sinovac, con la que se ha vacunado mayoritariamente en Chile, Uruguay y Brasil.

No solo Perú es víctima de la desinformación. Con un sobre stock de vacunas, y una infraestructura para la inoculación que atraviesa todos los vasos sanguíneos de la nación, Estados Unidos tiene solo 49% de su población inmunizada, debido a la difusión de fake news sobre estas. En ese país, los contagios de la covid-19 se han triplicado durante el último mes, en particular en las regiones con bajas tasas de vacunación. El aumento de contagios pone en peligro la recuperación económica, hecho que se ha expresado el lunes en la mayor caída generalizad, de las acciones de la Bolsa y de los rendimientos de los bonos del Tesoro de Estados Unidos en los dos últimos meses.

El presidente Biden le ha reclamado a Facebook que haga "algo contra la desinformación" sobre las vacunas pues “están matando gente”. Lo propio ha hecho el director general de Salud Pública, Vivek Murthy. Ayer, Twitter suspendió temporalmente la cuenta de la congresista republicana Marjorie Taylor Greene por publicar información falsa al respecto.

Para lograr con éxito la vacunación masiva, el presidente electo Pedro Castillo deberá distinguir la delgada línea que separa la libertad de prensa de la de desinformar, con las consiguientes pérdidas de vidas y retraso en la recuperación económica. Esta debe ser sancionada. Sin vacunación masiva, la Covid-19 continuará amenazando la generación de empleos y la vida misma.


Foto: Minsa